A NL le llueve sobre mojado
“Entre las piedras y el fuego, frente a la tempestad o en medio de la sequía, por sobre las banderas del odio necesario y el hermosísimo empuje de la cólera, la flor de mi poesía busca siempre el aire, el humus, la savia, el sol, de la ternura.”
ROQUE DALTON
“La ineptitud es como una mala hierba: no muere aún en la mayor sequía.”
SIMON WIESENTHAL
Falta de agua, de ideas, de propuestas, de un gobernador y, de paso, de un buen líder de la nación. La sequía en Nuevo León es multimodal. La incompetencia del gobierno estatal, de la mano del federal, en especial en el caso de la falta de agua, está demostrando ser demasiado onerosa para los ciudadanos. Sí, son estos los que siempre terminan pagando los errores de sus autoridades.
En el regio estado solo llueve sobre mojado en cuestiones de estulticia y pésimas decisiones por parte de sus gobernantes. Cierto, no es solo desde que comienza la administración de Samuel García (2021) o la de López Obrador (2018), pero vaya que el problema se ha agudizado y refinado desde que los neoleoneses tienen a un “influencer” de gobernador y a un presidente federal que únicamente busca cómo terminar de fastidiar a la entidad federativa (y es que sueña con que NL también se pinte de guinda).
Llueven imprecaciones, reniegos y blasfemias por haber votado por el joven que juró tener todas las respuestas. Ha resultado, en cambio, todo lo contrario. El primero que votó —allá en los tiempos en que era diputado local— para que hoy Nuevo León no tuviera suficiente agua, ¡fue él mismo!
Y no, no se trata de karma, tampoco de chacota; es falta de lluvia y de acciones gubernamentales acertadas, las cuales siempre se solicitan pero nunca llegan.
La crisis del agua en Nuevo León demuestra también que la incompetencia no respeta fronteras, colores partidos o ideologías. Vale la pena apostar: ¿qué sucederá primero, lloverá o Samuel y Andrés Manuel saldrán con una nueva chorrada?
La falta de empatía de uno y otro ejecutivo (federal y estatal) es evidente; la falta de sensibilidad todavía más. Ante la sequía mortal que está sufriendo la sultana del norte, a uno se le ocurre aparentar ser meteorólogo y al otro cerrar las fuentes de empleo.
La propuesta de que se detenga la producción de chescos y cerveza no sirve ni para para brindar. Vaya, no ofrece una solución real. Una ocurrencia más salpicada de serias efervescencias populistas. En pocas palabras (¿o gotas?), esa propuesta no solo no es inservible, sino que tampoco lograría nada para refrescar a los regios.
No se requiere que quienes trabajan en la industria cervecera y refresquera también se queden sin empleo. Máxime cuando el mismo López Obrador ha aceptado que los empresarios han apoyado y compartido el vital líquido con quienes más lo necesitan.
Autoridades deberían encontrar soluciones factibles. Atender el grave problema de la escasez de agua que padece el área metropolitana de Nuevo León, lo cual incluye, sí, tener lo suficiente del vital líquido para consumo humano, animal, y que lo que funciona en estos momentos en dicha entidad, no deje de funcionar.
La trágica situación que se está viviendo en Nuevo León no debiera ser —cono hasta ahora es— una demostración de cuál es la idea más descabellada o cómo se fastidia más a los habitantes de Nuevo León.
Esta escasez del vital líquido muestra también la falta de trabajo conjunto entre ambos gobernantes, y sus equipos. Del futuro que nos espera si las autoridades no se ponen de acuerdo desde hoy y empiezan a actuar de forma congruente.
Se requieren propuestas solubles y refrescantes, no la estupidez sobre la sequía.