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LOS PRIVILEGIOS DE SHEINBAUM
Jesús Te Ampare/Cecilio García
LOS PRIVILEGIOS DE SHEINBAUM
Claudia Sheinbaum es muy afortunada. Goza del afecto y cariño del morador de Palacio Nacional.
Como aspirante a la sucesión presidencial, es la predilecta del régimen Obradorista para dar continuidad a la denominada “Cuarta Transformación”.
Fue la ocurrencia del oriundo de Macuspana hace algún tiempo. Por ello, la científica mimada dispone de un apoyo privilegiado en este juego interno para la sucesión presidencial en 2024.
Don Daniel Cosío Villegas (historiador, sociólogo, politólogo, escritor, diplomático y académico mexicano) sostenía: “los psicólogos nos han advertido que tras una máscara sonriente puede parapetarse un ánimo colérico y vengativo. En fin, la idea es incierta porque nuestra experiencia histórica señala que suele resultar un hombre radicalmente distinto de lo que era o parecía ser antes de lloverle del cielo el poder absoluto que tiene un presidente nuestro”.
En efecto, los candidatos a un cargo de elección popular son una cosa en campaña y, otra, cuando asumen la honrosa responsabilidad.
Por ejemplo, Claudia Sheinbaum careció de destreza y temple para lidiar con Alfonso Durazo cuando lo enfrentó al recibir gritos de “piso parejo” y algunos “recordatorios familiares” durante el Consejo Nacional de #Morena.
Un político debe tener carisma y emitir mensajes emotivos a las masas populares, porque están hasta el hartazgo de farsantes que solo anhelan el poder para enriquecerse.
Además, debe despertar entusiasmo en la ciudadanía apática y cansada de escuchar las promesas de siempre, que se reflejan en una ausencia notable de sufragios en las urnas.
El escritor español José Martínez Ruiz, mejor conocido como Azorín, escribió un pequeño libro que tituló “El político” que contiene una serie de sabias recomendaciones, consejos y advertencias para quienes aspiran a ser un político ideal.
Para Azorín, el político “no se prodigue ni en la calle ni en los paseos ni en los espectáculos públicos. Viva recogido…lo que mucho se ve, se estima poco.
Debe ser una persona con quien podamos comunicarnos. Tendrá nuestra estimación, nuestro respeto, pero le faltará el matiz de severidad, ese algo que impone, ese aspecto que ansiemos verla, hablar con ella y oír de sus labios tales o cuales opiniones”.
“Sepa conservarse el político en el fiel de la balanza. No pierda nunca el sentido del equilibrio. En el arte del gobierno, el equilibrio consiste en ser entero o condescendiente, según los casos.
No estime un elogio en más de lo que realmente vale. No perder nunca la sangre fría. Ser sencillo y natural”.
Estas son algunas sugerencias de Azorín para quienes están inmersos en asuntos de carácter político.
De las corcholatas que recorren el país con recursos públicos, ¿Quiénes poseen estas características que advierte Azorín, contemporáneo de Valle-Inclán, Baroja y Unamuno?