
DE LA LEY DEL GARROTE AL GOBIERNO DEL DIÁLOGO EN VERACRUZ
Para los que dicen que “antes había gobernabilidad” en la entidad, habría que recordarles con claridad cómo se mantenía esa supuesta “estabilidad” con miedo, amenazas y presión. En Veracruz, no hace tanto, se gobernaba con mano dura, pero no de firmeza, sino de represión.
Eric Cisneros, como secretario de Gobierno, representó esa época oscura, fue un operador del poder que usó el cargo para intimidar, dividir y someter. Gobernar significaba controlar, no escuchar.
Con el “bola 8” el diálogo no existía, lo que había eran órdenes, castigos, silencios forzados y así no se construye democracia, así se impone el miedo.
Hoy, con Ricardo Ahued al frente de la Secretaría de Gobierno, las cosas han cambiado. Y se nota.
Le explico.
Ahued no necesita gritar para imponerse, no amenaza ni impone; dialoga, escucha y acuerda. Tiene experiencia, tiene oficio y, sobre todo, tiene una visión distinta: gobernar es servir, no dominar.
Él mismo lo ha dicho con claridad: ser tranquilo no significa ser débil. Y tiene razón. Su fortaleza está en la confianza que genera, en los puentes que construye con todos los actores políticos, y en su compromiso con la gobernadora Rocío Nahle, que encabeza esta nueva etapa con firmeza y claridad.
En efecto, Veracruz vive momentos complejos (como cualquier proceso electoral) pero hay gobernabilidad, y la hay porque hoy el poder se ejerce con respeto, no con terror.
Este es un nuevo Veracruz, uno que deja atrás las amenazas y apuesta por el entendimiento. Porque gobernar con diálogo no es signo de debilidad, sino de inteligencia y de altura política.
Se verán los buenos resultados.
@IvanKalderon