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DESCANSE EN PAZ CARLOS ALBERTO MANZO RODRÍGUEZ.
DESCANSE EN PAZ CARLOS ALBERTO MANZO RODRÍGUEZ.
Hoy México perdió a un hombre que se negó a doblegarse. Carlos Alberto Manzo Rodríguez, alcalde de Uruapan, fue ejecutado el 1 de noviembre a los 40 años mientras convivía con niños en el Festival de Velas. No murió en la oscuridad ni en el silencio. Murió haciendo lo que juró hacer: defender a su pueblo. Descanse en paz.
La muerte de Manzo no fue un accidente ni mala suerte. Fue el resultado directo del abandono sistemático de un gobierno que prefirió criticarlo que protegerlo. Durante meses rogó por ayuda. Canceló el Grito de Independencia pidiendo auxilio. Denunció cinco cárteles, campos de entrenamiento, fosas clandestinas. Advirtió «no quiero ser de la lista de ejecutados». La respuesta del gobierno federal fue decirle que estaba equivocado, que su estrategia era incorrecta, que debía tener mesura.
Manzo cometió el error imperdonable en este México: ser valiente cuando el gobierno quiere silencio. Era incómodo porque decía verdades. Porque no aceptaba pactos. Porque enfrentaba al crimen mientras Palacio Nacional daba conferencias sobre Estado de Derecho. Lo llamaron imprudente, confrontativo, exagerado. Hasta el líder de Morena en Michoacán se burló: «No es a gritos ni sombrerazos como se resuelven los problemas». Ahora ese alcalde está muerto y ellos tienen las manos manchadas de su sangre.
«Tengo mucho miedo, pero lo acompaño de valentía», dijo Manzo semanas antes de morir. Esas palabras resumen todo. Sabía perfectamente que su vida estaba en riesgo. Sabía que el gobierno no llegaría a tiempo. Y aún así siguió adelante porque alguien tenía que defender a Uruapan. Mientras políticos federales dormían tranquilos en la Ciudad de México, él patrullaba con chaleco antibalas enfrentando sicarios que el gobierno se negaba a combatir.
Su muerte expone la mentira más grande de este gobierno: que pueden tener paz sin justicia, seguridad sin confrontar el crimen, gobernabilidad sin proteger a quienes ponen el pecho. La estrategia de «abrazos no balazos» se escribió con sangre ajena. Con la sangre de alcaldes, periodistas, policías y ciudadanos que murieron esperando un apoyo federal que nunca llegó. Manzo es otro nombre en esa lista interminable de víctimas del abandono.
Carlos Alberto Manzo Rodríguez era científico político, egresado del ITESO, ex diputado federal, auditor del IMSS. Padre de familia. Líder del movimiento «La Sombreriza». Un hombre que pudo haber elegido la comodidad del silencio y prefirió el riesgo de la verdad. México está lleno de políticos cobardes que se arrodillan ante el poder. Manzo murió de pie enfrentándolo. Esa es su herencia. Esa es la diferencia.
Descanse en paz Carlos Alberto Manzo Rodríguez. Su muerte no fue en vano si México aprende la lección: ningún gobierno que abandona a sus alcaldes merece llamarse protector del pueblo. Ninguna estrategia de seguridad funciona si está construida sobre discursos vacíos y olvido deliberado. Los héroes no siempre tienen estatuas. A veces solo tienen una tumba prematura y la memoria de quienes se niegan a olvidar.




