El riesgo de politizar el T-MEC
Es claro que el 16 de septiembre, cuando anuncie las medidas que su gobierno tomará frente al conflicto comercial, López Obrador se envolverá en la bandera nacional.
El riesgo político de México aumentó la semana pasada con el desafío y la burla que hizo López Obrador frente a la solicitud del gobierno de Estados Unidos para iniciar consultas para resolver el diferendo en materia energética en el marco del TMEC.
Al politizar un asunto comercial (como lo hizo Trump cuando fue presidente), López Obrador ha puesto en riesgo la existencia a largo plazo del acuerdo comercial con América del Norte, algo impensable hace apenas unas semanas. Aunque es remoto que se materialice, la bravuconada puede generar una bola de nieve que detone fuerzas en ambos lados de la frontera que culminen en un rompimiento comercial.
Improbable, pero no imposible.
Es claro que el 16 de septiembre, cuando anuncie las medidas que su gobierno tomará frente al conflicto comercial, el presidente se envolverá en la bandera nacional y usará el símbolo de las Fuerzas Armadas y de la Independencia para iniciar una retórica antiimperialista y de defensa de la soberanía nacional.
Seguramente convocará a una consulta popular que se llevaría a cabo el primer domingo de agosto de 2023. Morena activará sus Comités de Defensa de la Cuarta Transformación para defender el petróleo y la electricidad y es claro el resultado de esa consulta: una abrumadora mayoría a favor de rechazar el intervencionismo yanqui. Asimismo, una polarización enorme en el país: el oficialismo acusando a los traidores conservadores que ahora buscan aliarse con potencias extranjeras para apropiarse de la riqueza del país.
Mientras la movilización antiimperialista ocurre a lo largo de 2023, el panel de solución de controversias trabajará durante ese año para analizar la afectación causada a empresas e inversionistas estadounidenses y canadienses. En ese periodo se celebrarán elecciones de gobernador en Coahuila y el Estado de México y Morena usará el tema para apoyar a sus candidatos.
Cuando el panel emita su fallo en el otoño de 2023, muy seguramente en contra del Estado mexicano, la efervescencia de las campañas presidenciales irá en aumento. En ese entorno nuestros socios comerciales podrán imponer sanciones tarifarias en agricultura, electrónicos, acero, automotriz, por mencionar algunos sectores. Así iremos a la Navidad de 2023.
Frente a ese escenario remoto, ¿podrá López Obrador recular y corregir? Lo veo difícil por dos razones. Una, por un cálculo inmediatista propio de la lógica populista. Frente a las adversidades, el cálculo es —primero— cómo sacar ventaja política y electoral; ya luego alguien compondrá el entuerto. Segundo, porque el tema energético es el que concentra las pasiones obradoristas y su presunto ‘pase’ a la historia nacional. ¿Podría AMLO ‘traicionar’ sus principios en aras de evitar tarifas y aranceles? ¿Habrá manera de que haya una salida que le permita salvar la cara?
Por ello es probable que López Obrador explotará el tema, aunque el riesgo sea un conflicto comercial mayor: ya luego su sucesor podrá resolver el diferendo.
Cabe recordar que el proceso electoral mexicano coincidirá con el de Estados Unidos. Muchos grupos ‘trumpistas’ en contra del libre comercio usarán este desafío mexicano para fortalecer el argumento de que Estados Unidos debe romper el pacto con México.
Asimismo, en 2026 se llevará a cabo la primera sunset review, un mecanismo dentro del TMEC para revisar su desempeño y determinar si se debe continuar, modificar o finalizar. Sin duda, el desafío mexicano será usado por segmentos anti-México y anti libre comercio para presionar con terminar el lazo comercial.
Un asunto que había sido ancla de la confianza en el gobierno de AMLO —el apoyo que dio desde el periodo de transición al Tratado de Libre Comercio—, puede acabar reventando la estabilidad macroeconómica si conduce a una crisis de confianza al final del sexenio.
Aunque —reitero— es remoto, México y Estados Unidos puedan terminar rompiendo su relación comercial por un oportunismo presidencial de usar una coyuntura en beneficio propio. Y por el populismo creciente en Estados Unidos.