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Espanto de ser minoritario

e hago cargo de que en este tema no comparto el sentir de la mayoría, también de que la posición de esa mayoría me provoca horror. En promedio, seis de cada 10 habitantes de mi país conciben como cosa buena que las fuerzas armadas tomen control sobre tareas que durante casi 80 años habían estado en manos civiles. De acuerdo con un estudio de opinión realizado en 2021 por los académicos Daniel Zizumbo-Colunga y Benjamín Martínez Velasco (CIDE), 53 por ciento de las personas estarían de acuerdo con que las fuerzas armadas dieran un golpe de Estado en caso de que hubiese una reacción política contraria a los cambios promovidos por el actual gobierno. En el mismo sentido, 55 por ciento respaldaría que las fuerzas armadas tomasen control del Congreso de la Unión ante la eventualidad de que ahí se formara un bloque político adverso al gobierno. El mismo estudio refiere que 63.1 por ciento estaría conforme con que las fuerzas armadas tomaran control de la Suprema Corte de Justicia de la Nación si sus integrantes defendieran actores indeseables. También documenta que 68.8 por ciento de la población apoyaría que las fuerzas armadas sustituyeran a los jueces a la hora de juzgar políticos que se empeñen en seguir siendo corruptos. En México solemos presumir que nuestro Ejército, surgido de la gesta revolucionaria de 1910, no es como el de aquellos países latinoamericanos que padecieron dictaduras militares. “Pueblo vestido de verde”, suele elogiar el presidente Andrés Manuel López Obrador. Sin embargo, es muy probable que por no haber sufrido durante la segunda mitad del siglo XX un golpe militar, la mayoría de la población mexicana sea hoy tan abiertamente tolerante con esa hipótesis. La agenda política de las fuerzas armadas ha logrado convencer a una inmensa mayoría sobre las bondades que traería para el país el que ese “pueblo vestido de verde” nos gobernara. Zoom: Estos números se explican por muchas razones, pero tengo la convicción de que la principal de ellas es la campaña de comunicación política que durante los últimos 22 años ha promovido incesantemente las virtudes del militarismo sobre sus muy previsibles consecuencias negativas. https://www.milenio.com/opinion/ricardo-raphael/politica-zoom/espanto-de-ser-minoritario

 

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