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Esto no se acaba…

Esto no se acaba…
Francisco Moreno Sánchez

en REFORMA
(28 Sep. 2022).-

Una frase de Yogi Berra, uno de los mejores beisbolistas de la historia, y que ha sido acuñada en el deporte como símbolo de competitividad en todo momento es «Esto no se acaba hasta que se acaba».

Pues así nos encontramos a ya casi 3 años del inicio de la pandemia por Covid-19. La discusión estos días ha sido si continúa o no la pandemia, si estamos en endemia o si seguimos con la amenaza del virus que cambió al mundo que conocíamos antes de enero del 2020.

El pasado 19 de septiembre se registraron en todo el mundo 301,000 nuevos casos, la cifra más baja desde septiembre 10 del 2020. La diferencia es que ahora existe más inmunidad por vacunas aplicadas y por exposición al virus. La enfermedad se conoce mejor en su forma de transmisión, incluso hay tratamientos antivirales que usados en forma temprana disminuyen la mortalidad significativamente.

El mismo 19 de septiembre se documentaron 1,426 fallecimientos. La mortalidad cuando inició la pandemia era de 1 fallecido por cada 50 casos, ahora con estas cifras sería un fallecido por cada 255 casos. La simple conclusión con estos números es que la pandemia continúa, pero las posibilidades de morir por la enfermedad han bajado en forma muy importante.

 

Sin embargo, mientras el número de casos nuevos no llegue a cifras menores de 50,000 nuevos enfermos, la circulación del virus en el mundo seguirá siendo alta, lo que implica más contagios y, sobre todo, el aumento en la posibilidad de que aparezca una nueva variante.

Durante estos 34 meses hemos aprendido que el virus ha mejorado su capacidad de transmisión y es más hábil para infectar las células del cuerpo de los seres humanos. Ahora seguramente nos enfrentaremos a un virus que tenga mayor escape de la inmunidad. Es decir, un virus con las suficientes mutaciones para que el sistema de defensas de las personas que ya fueron infectadas o vacunadas no reconozca a esta nueva forma del SARS-CoV-2 e inicie otra cadena de contagios. El temor en caso de que esto ocurriera sería la posible asociación de un virus no reconocido por nuestras defensas y que tenga una mayor agresividad para el cuerpo. Esta combinación pondría nuevamente al mundo de cabeza.

Los mensajes políticos y populistas que se atreven a decir que esto ya se acabó hacen daño porque la única forma de disminuir los contagios es mantener las medidas de prevención, dentro de las cuales, el tan «odiado» cubrebocas es la más efectiva. El rechazo a la mascarilla es motivo de un estudio más profundo en el que, seguramente, los pseudolíderes de países como el nuestro han tenido mucho que ver. Por lo pronto, comparando el apego del cubrebocas en México con otros países, parecería que somos de los que mejor trabajo hacen. Si ya se logró una cultura en donde usamos la mascarilla en forma adecuada, ¿cuál es la necesidad de estar promoviendo que ya lo vamos a poder dejar de usar?

El cubrebocas deberá de seguir siendo parte del uniforme del trabajador de la salud moderno, al igual que para personas con problemas de defensas en donde el riesgo de una infección respiratoria pueda complicarse y provocarle la muerte. Si analizamos las medidas necesarias para disminuir contagios, encontraríamos que son sencillas, nobles y eficaces.

Esto no se ha acabado, pero por fin parecería que dominamos el juego y que tenemos todo para poder salir de esta pesadilla, entonces no abandonemos el partido en el tiempo de compensación, simplemente porque alguien quiere iniciar los festejos de la victoria antes de que termine. La Organización Mundial de la Salud es el árbitro que silbará el final, hasta entonces podremos estar seguros de que no se trata de otro más de los muchos mensajes políticos expresados durante la pandemia, y que sólo han provocado confusión.

El autor es Médico Internista e Infectólogo de México.

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