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Los chamaqueados dan lecciones mundiales.

López-Gatell lamentó lo mal que resultó el sistema multilateral en lo de Covax, dice Salvador Camarena.

Si no implicara salud y vidas de mexicanas y mexicanos, sería entretenido ver al chamaqueado Hugo López-Gatell dar sermones sobre lo mal que funcionó el mecanismo multilateral Covax para conseguir vacunas contra el Covid, cosa que ocurrió ayer en la mañanera.

Uno no sabe si nuestros actuales gobernantes de vez en cuando leen la prensa, ven pelis o al menos googlean previo a lanzar sus ideas, como esa de aventarse a los brazos de la Organización Mundial de la Salud.

Con el sistema de las Naciones Unidas y sus diferentes agencias pasa un poco lo que dicen de la democracia: es el menos malo de los inventos porque las otras opciones no son mejores.

La ONU es un reflejo de los gobiernos que la componen: un organismo donde impera la grilla, los intereses de las potencias, algunas buenas personas y políticas, y burocracia, mucha burocracia. Todo ello, por supuesto, salpicado de vez en cuando por escándalos de corrupción y abusos aún peores.

Pero nuestro señor Presidente no consideró eso un obstáculo. Así que desde los albores de su sexenio propuso, todavía en campaña, que la Agencia de Naciones Unidas de Servicios para Proyectos (UNOPS) viniera a ayudar a México a combatir el flagelo de la corrupción. En 2020 firmó convenio y toda la cosa con la UNOPS para la compra de medicamentos. Este año supimos que esa agencia es motivo de un escándalo mayúsculo por sus malos manejos.

“Dos funcionarios en Naciones Unidas tenían un problema. La agencia poco conocida que dirigían tenía un excedente de 61 millones de dólares y no sabían qué hacer con él. Luego conocieron a un hombre en una fiesta. Ahora tienen 25 millones de dólares menos”.

Así arranca la nota de The New York Times publicada el 22 de mayo pasado. En ella se reconstruye ese escándalo donde se dice que en la Agencia de Naciones Unidas de Servicios para Proyectos “hubo una serie de desconcertantes decisiones financieras en las que diplomáticos expertos confiaron decenas de millones de dólares, la totalidad de la cartera de inversiones de la agencia en ese entonces, a un empresario británico tras conocerlo en la fiesta. También le dieron a la hija del hombre 3 millones de dólares para producir una canción pop, un videojuego y un sitio web para crear conciencia sobre las amenazas ambientales que enfrentan los océanos del mundo”. El reportaje no tiene desperdicio.

Bueno: ésos son los que nos ayudan contra la corrupción en compras médicas.

En el caso de las vacunas AMLO y López-Gatell (ya quedamos que el jefe inmediato de éste no cuenta, aunque cobre) decidieron darle millones de dólares a la OMS en vez de emplearlos para salir a competir en un mercado en plena pandemia para traerse la más de las vacunas posibles. Pero la cosa no salió bien.

Desde el lunes el Presidente reconoció que Naciones Unidas no cumplió, que nos deben –a los mexicanos– 76 millones de dólares, o el equivalente en vacunas.

Tras una arenga típica de él –mitad zalamería al Presidente mitad lugares comunes–, ayer López-Gatell lamentó lo mal que resultó el sistema multilateral en lo de Covax y anunció que quizás en septiembre nos cumplan con vacunas Pfizer para niños. Incluso él duda.

Por lo pronto, mientras en países como Estados Unidos ya iniciaron una reflexión para reformar agencias que debieron funcionar mejor durante la pandemia, como el Centro para el Control y la Prevención de Enfermedades, en México nuestras autoridades lamentan que la ONU sea… la ONU.

Los chamaqueados ahora quieren dar lecciones al mundo.

 

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