Los motivos de AMLO en EU
AMLO querrá escuchar el precio por mantener lo que logró con Donald Trump: que Estados Unidos no se ocupe de la calidad democrática de su vecino del sur.
Confiado en su capacidad de persuasión, pero sobre todo en la necesidad de Estados Unidos de tener al sur a un vecino que sea la fuente de los menos problemas posibles, Andrés Manuel López Obrador está en Washington buscando apaciguar al gobierno de Biden, y que éste se mantenga lejos de cualquier intervencionismo.
La frase “qué necesitas que te dé para que tú me des lo que yo necesito” podría resumir el ánimo del presidente mexicano en las negociaciones de hoy en la capital estadounidense.
AMLO querrá escuchar el precio por mantener lo que logró con Donald Trump: que Estados Unidos no se ocupe de la calidad democrática de su vecino del sur.
Si para ello hay que reforzar el muro migratorio de la Guardia Nacional y dar desde territorio mexicano otras facilidades a las expulsiones de migrantes, el mandatario mexicano está más que dispuesto al trueque.
López Obrador, dirán oficialmente en la administración, va por un millón de visas para trabajadores. La realidad es que acaso obtendrá la quinta parte de eso –lo cual ayuda– y una oferta de que ambos gobiernos lucharán por mitigar la precariedad que impulsa al norte a centroamericanos, y mexicanos.
Mas el verdadero objetivo para el tabasqueño es hacerse de nuevo del margen que requiere para que Estados Unidos no se convierta, como ha ocurrido ya con la Iglesia, en factor de desgaste o presión.
El sueño de López Obrador de establecer un nuevo régimen sólo será posible si durante el tiempo necesario tiene manga ancha para asentar lo que él considera las bases del mismo.
A estas alturas del sexenio, la primera táctica de esa estrategia es minimizar la posibilidad de que la oposición genere una corriente de opinión favorable a la alternancia.
La llamada transformación de Andrés Manuel no habrá nacido si en 2024 pierde Morena o si, incluso ganando, su partido queda en mala condición en el Congreso o sufre retroceso en gubernaturas.
La oposición busca denunciar las insuficiencias, errores, negligencias y corrupción del actual gobierno. Es natural que los resultados de una administración se queden cortos con respecto a lo prometido, máxime si lo prometido fue un renacimiento.
En el plano local, López Obrador se basta para socavar el discurso opositor que reclama la falta de resultados en seguridad y salud, y las políticas que impiden a la economía despegar.
Pero si la Iglesia se convierte en el megáfono de los reclamos en cuanto a violencia e inseguridad, la oposición tendrá un aliado en el objetivo de dibujar un balance en el que Palacio Nacional sale reprobado.
En lo que se ve cómo desactivan al clero, Andrés Manuel acude a Washington con el propósito de asegurarle al presidente de Estados Unidos no que habrá respeto al Estado de derecho o que se reactivará la funcionalidad de contrapesos, como las agencias reguladoras que han sido cooptadas por el lopezobradorismo. Para nada. López Obrador va dispuesto a escuchar nombre por nombre de las empresas que se comprometerá a cuidar para no segarlas con su impenitente ánimo de tabula rasa. El caso es que las compañías que no terminen en ese listado –podría ser el caso de Vulcan Materials en Quintana Roo, que AMLO usa como coartada cuando le acusan de violentar el medioambiente con el Tren Maya– estarán de aquí a final del sexenio desprotegidas.
Porque al Presidente le interesa que Estados Unidos no se meta con su fascinación con el Ejército, ni con sus ataques a la prensa, ni sus caprichos energéticos, ni su opacidad… México para los mexicanos para una democracia “a la López Obrador”, pedirá AMLO, y estará dispuesto a pagar por eso.