El ‘efecto Ikea’ desembarca en Bogotá
La marca de muebles económicos y diseño sueco abre su primera tienda en Colombia, precedida de un tímido arranque en México y Chile
La traducción de la palabra sueca ömsesidig significa “recíproco” o “mutuo” en español. También es el nombre elegido por Ikea para bautizar la primera colección que la compañía sueca pondrá a disposición de sus clientes desde el mediodía de este jueves, cuando abran las puertas de su primer almacén en Bogotá. Se trata de un concepto que aúna precios bajos y mobiliario de diseño nórdico: productos funcionales, pensados para espacios pequeños y fáciles de armar y desmontar. El desembarco de la popular cadena en Latinoamérica, sin embargo, no ha sido fácil. Y la acogida en República Dominicana (2010), Puerto Rico (2021), México (2021) y Chile (2022), las primeras escalas en la región, ha resultado más tímida de lo presagiado por los seguidores de la marca.
El decano de la facultad de Arquitectura de la Universidad Finis Terrae de Chile, Felipe Assadi, cuenta que en su país se mezclaron errores de logística con rasgos idiosincráticos. Recuerda que Ikea abrió su primer almacén en agosto de 2022 en Santiago: “Se inauguró mal. Sin bombos ni platillos, en una tienda chica donde durante mucho tiempo no se conseguía casi nada. Luego abrieron una mucho más grande en la periferia, pero ya el daño al efecto Ikea estaba hecho”. Assadi fue uno de los cuatro diseñadores chilenos que participaron, con una lámpara de vela, en el catálogo que debía acompañar ese arranque.
La colección que Ikea estrena este jueves en Colombia con más de 20 productos tardó en llegar al cono sur. La presentación en sociedad de la empresa sueca fundada en 1943 “perdió gracia”, dice Assadi, sin el acompañamiento de un elemento esencial para incorporarse a un nuevo continente, como lo es el aporte de artistas y diseñadores locales: “A Chile no llegó esta colección, que se distancia de la sobriedad de Ikea, rescatando mucho los coloridos de las regiones más populares del continente. Muy asociada a la fiesta, a la celebración y a una serie de ritos folclóricos”, explica el decano.
Otro obstáculo para el arranque, según el académico, está relacionado con cierto prejuicio de los consumidores chilenos hacia un almacén que se publicita con precios realmente económicos. Existía cierta aprehensión, apoyada en la experiencia de la modesta manufactura local, de que los productos baratos pueden acabar saliendo caros, dice. Una distorsión de la realidad, en su opinión, porque la factura de los productos de Ikea suele contar con una “calidad general óptima. Yo tengo cosas de Ikea de hace 20 años en muy buen estado”.
En República Dominicana inicialmente tuvieron que adaptar su filosofía a las características del mercado caribeño. Operarios de la empresa tuvieron que llegar hasta la casa de sus clientes para ayudar a ensamblar los muebles. Una paradoja que iba en contra del espíritu de Ikea, que privilegia desde hace décadas el “hacer por sí solo” como método de seducción.
Para el caso mexicano el primer escollo fue la crisis sanitaria. Las restricciones aplazaron la fecha inicial de lanzamiento prevista para octubre de 2020 hasta abril del 2021. Una vez el proyecto echó a andar, el diseñador mexicano Álex Rodríguez cuenta que la estrategia de mercadeo de Ikea causó mucha inquietud en el sector de los productores locales.
“Ikea representa, filosóficamente, gran parte de lo que nosotros no compartimos”, sostiene el dueño de la mueblería La Metropolitana. Se refiere a que una porción importante de los productos del gigante sueco se producen en China: “De hecho, su llegada ha servido para poner el reflector en la calidad. Sobre la madera sólida que nosotros utilizamos. Mucha gente sigue con nosotros y no van con ellos porque utilizan muchos materiales aglomerados, pintados de blanco para que se vean más bonitos”.
Desde su punto de vista, la empresa nórdica tampoco ha logrado calibrar lo que cobra. “Los precios son relativamente bajos, pero esta es una región con unos segmentos sociales muy variados, y un público, en el caso mexicano, cada vez más interesado en promover el diseño local”. Con más de 422 tiendas alrededor del mundo, los primeros temores de productores locales como Rodríguez se han ido disipando: “La verdad es que no se han comido nada de nuestro mercado”.
Una investigación del portal peruano Ojo Público hila aún más fino y sustenta ciertos reparos ante la “llegada del más importante consumidor mundial de madera” a un continente en fase de repliegue para conservar sus bosques. “Con su legado de escándalos sin resolver en Europa, la entrada de Ikea en nuevos enormes mercados de América Latina es preocupante”, declaró al medio peruano Tara Ganesh, investigadora de Earthsight. Su organización ambientalista denunció en 2021 que Ikea abastecía al mercado europeo con muebles realizados con madera de la tala ilegal en Rusia.
La respuesta desde la sede londinense de la compañía fundada por Ingvar Kamprad (1926-2018) no se hizo esperar: “Los proveedores de Ikea se abastecen de materias primas y fabrican productos en muchos países y regiones del mundo. No especificamos el origen del material de productos concretos, ya que este puede variar en función del tiempo y la disponibilidad. Sin embargo, exigimos a todos los proveedores que se abastezcan de madera que cumplan nuestros requisitos de fuentes más sostenibles: madera certificada por el Forest Stewardship Council (FSC) o reciclada”, se lee en la investigación de Ojo Público.
Justamente, el próximo país en acoger a la compañía será Perú. Una ficha que completa el desembarco de la multinacional en América Latina. Con una fuerte participación de la chilena Falabella ―fuerte en Colombia y Perú― en su gestión, y el desafío de seducir a los consumidores de una región en fase de recuperación económica, los nórdicos tendrán que apelar a un cóctel que incluya el ingenio de sus diseños con la faceta más aperturista de su socialdemocracia.