‘Me metía 20 pases de cocaína diario’; Carlos Reinoso y su adicción a las drogas
La leyenda del América reveló, en plática con el Burro van Rankin, que en algún momento de su vida fue tan adicto que consumía tales cantidades.
Es considerado la más grande leyenda del Club América y uno de los mejores futbolistas extranjeros que han estado en México, pero detrás de la grandeza de Carlos Reinoso como jugador hay una historia de drogadicción que cerca estuvo de costarle su familia, amistades y todo su dinero, hasta que encontró en la religión su salvación.
¿Qué pasó con Carlos Reinoso? Sus problemas por la adicción
Platicando con el Burro van Rankin y Juan Carlos Gabriel de Anda, el llamado Maestro Reinoso reveló que a diario se podía meter «20 pases de coca» para «bajarse» los efectos de otras sustancias nocivas o del alcohol, todo esto cuando aún era un personaje ligado al futbol.
Esta es una de las declaraciones que emitió el americanista número uno en el programa SagaFut. «El mayor triunfo de mi vida es haber salido de las drogas, me recuperé hace más de 30 años y no fue fácil, me costó un mundo. Me acerqué a Dios, mi hija Paola me ayudó muchísimo, el acercamiento de mis hijos me ayudó a salir adelante».
Reinoso entró a un centro de rehabilitación por adicciones
Recordando cómo fue el calvario de reconocerse como un adicto y el largo camino a la recuperación, el exfutbolista chileno dijo que el cristianismo lo sacó de las profundidades, incluso cuando llevaba las bolsas de sus pantalones con «grapas» de cocaína para escuchar los sermones. «Un día fuimos a Amistad Cristiana y yo iba con la droga en los bolsillos, escuchando la predicación del pastor, sentía que yo ya había cometido todos los pecados. En ese momento solté a llorar, volví a casa y en el baño tiré la droga al escusado».
Siempre hay obstáculos que sortear y Reinoso sufrió una recaída a mediados de los 90, cuando era entrenador de Toros Neza, hasta que se ingresó en una clínica de rehabilitación para presumirse limpio hasta la fecha. «Tuve una recaída en Toros Neza y quien me ayudó mucho fue Juan Antonio Hernández. Recaí porque apareció en mi vida mi hija Jessika cuando tenía 18 años y yo no sabía cómo decirle a mi mujer.
En ese momento recaía y fue el señor Hernández quien un día se acercó a decirme: ‘Quiero que vayas a Oceánica’ y yo no sabía cómo se había dado cuenta. Esa misma noche me interné, estuve un mes y a partir de entonces no volví a consumir».