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¿Ejército o narco? Sean serios

En su columna, Verónica Malo destaca que en cuatro años no se ha querido fortalecer a la policía civil efectiva; no hay objetivos ni métricas para medir los éxitos en la materia ahora que la Guardia Nacional se integra a la Sedena.

¿Con esa mentira se salvan? Por lo visto sí, pero no por ello deja de ser la pregunta que debemos formularle —y exigirles respondan— a Moreira y compañía ante la falsa disyuntiva que irresponsablemente lanzaron en el Congreso de la Unión.

La advertencia del diputado priista (ahora venido a morenista) no solo es un vil embuste, también muestra su ocurrente visión —hay otros términos para describirla— de enfrentar la violencia. De hecho, lo demostró cuando concluyó diciendo: “lo que afecta a México es dejarlo sin Ejército; es con el narco o con el Ejército, esa es nuestra frase”. Pues eso. Se trata solo de una frase hueca, además de falsa.

Para empezar, quienes recién votaron tal atropello a la nación olvidan que los militares seguirán más allá de que ahora se mantengan fuera de sus cuarteles. Olvidan también que de poco o nada servirá que el Ejército siga en las calles si, ante la política de “abrazos no balazos”, sus miembros se vuelven mequetrefes de quien quiera burlarse de ellos; siendo estos usualmente los criminales.

Todo el propagandístico y patriotero discurso (¿será por las fiestas?), imitando el estilo de López Obrador, tiene una traducción: “cooperas o cuello”; poniéndolo de otra forma: “apoyas lo que queremos o te mandamos a la cárcel”. ¿Cuántas cosas les sabrán a los diputados priistas?

Si según Moreira, cuando era gobernador de Coahuila, Felipe Calderón le hizo firmar un convenio para apoyar al Ejército, ahora, ¿qué papeles le enseñaron o le hicieron firmar para secundar a Morena en esta locura? ¿Se quejarán en dos sexenios más cuando ya no esté López Obrador en el radar? Los cobardes siempre encuentran a quien culpar de sus decisiones. Siempre.

Siendo parte de la transformación PRIMOR, vimos como ya también en el Revolucionario tienen al expresidente Calderón como el “eterno enemigo” y, al mismo tiempo, señalan que quien sacó a los militares de los cuarteles fue él —acción que ahora ellos imitan—. ¿Qué sentirán los miembros de la 4T y del PRI de solidificar lo que inauguró su némesis?

Tal vez los priistas, pobrecitos, querían que los apapacharan. Por eso en un acto de docilidad absoluta, avalaron en San Lázaro que el Ejército siga en las calles hasta el 2029. Con ello recibieron aplausos y palabras de aliento por parte de los diputados cuatroteístas; hasta el diputado Fernández Noroña los felicitó. ¡Qué gran reconocimiento!

Hay que aceptar que Moreira tiene razón cuando niega que la reforma sea un cheque en blanco para las Fuerzas Armadas. Nada de eso. Es un cheque que representa cientos de miles de millones que deberían ser utilizados para fortalecer las policías estatales y por otras instancias del gobierno. Esto es, actividades que deben realizar civiles, no los militares/marinos/la Guardia Nacional.

El legislador la regó cuando dijo que “los narcotraficantes estarán de fiesta sin la reforma”. Lo cierto, es que los narcotraficantes YA están de fiesta. Con o sin reforma se pitorrean de las fuerzas de seguridad; mientras los abrazos son para los criminales y la prisión preventiva oficiosa para los ciudadanos de a pie, la pachanga sigue.

El dejar en las calles a los militares (y/o a la Guardia Nacional comandada por ellos) es continuar socavando a las fuerzas policiales estatales conformadas por civiles. De hecho, como muestra de la falacia, hoy en nuestro país, en 24 entidades hay más soldados, marinos y guardias que policías, y eso no es sinónimo de un mayor control o una disminución en la violencia. Si acaso lo contrario.

¿No? Van algunos ejemplos en sentido afirmativo: en Sinaloa, la presencia de militares es de cinco a uno en comparación a los cuerpos de seguridad estatal. Lo mismo en ocurre en Guanajuato. Ahí las fuerzas federales tienen más de 10,500 efectivos contra 4,100 policías. En ningún caso la fuerza militar ha disminuido la violencia ejercida. La militarización como se pretende no es la panacea que el régimen vende.

Los priistas, además de salvar su chamuscado pellejo, le enseñaron a la 4T cual fácilmente se pueden plegar a sus placeres e intereses. Basta un poco de exhibición como la brindada a Alito Moreno por parte de Layda Sansores, y los “defensores de la patria” se vuelven unos tiernos gatitos que acatan lo que se les instruya. Es más, para mostrar lo obsequiosos que pueden llegar a ser; ultimadamente, la iniciativa fue de ellos…

Lo que logró el PRI con sus votos es apoyar un cerco más a la democracia. Una violación adicional por parte del obradorismo a la Constitución, pues más allá de los votos para cambiar la Carta Magna, en ella se sostiene la importancia de la policía civil y pone límites al poder castrense. Hay mucha historia de por medio, una que han olímpicamente olvidado priistas y morenistas.

Esta militarización es un respaldo de fuerza para perpetuar a la 4T en el poder. Ejemplos sobran en otras latitudes; no los cansaré con un recuento aquí.

Moreira presenta un falso debate en aras de no ser molestado o señalado por la 4T con evidencias, como hicieron con su correligionario. En cuatro años no se ha querido fortalecer a la policía civil efectiva; no hay objetivos ni métricas para medir los éxitos en la materia ahora que la GN se integra a la Sedena. Nada. Simplemente otorgar mayor poder al Ejército.

Ante la ocurrente frase: “narco o Ejército” solo queda decirles: sean serios. No lo están siendo, no señor.

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